En el festival de Coachella definitivamente la gente es más feliz. Esta fue mi segunda vez en el festival y creo que este año lo asimilé totalmente diferente. Este año me dediqué a escuchar (a diferencia del año pasado que no podía dejar de saltar), y durante ese proceso entré en un periodo de introspección, analizando sentimientos y viviendo experiencias nuevas cada segundo. Creo que la arena y las palmeras de Indio tienen un efecto sedante que nos hace pensar que estamos fuera de este mundo, lejos de este mundo; en una realidad paralela en donde absolutamente todo se puede y nada tendrá consecuencias.
No sé si sea el cielo, el viento seco o la vista de las montañas californianas con nieve en las puntas, pero ese lugar en medio del desierto es uno de los mejores lugares del mundo. Ni siquiera las horas interminables de cola (este año fué sold-out y se calcula que más de 160 mil personas entraron al Empire Polo Field en los tres días de festival), el calor infernal (el peor día fué el domingo), las "economiquísimas" cervezas de 7 dólares y la falta de sombra (despúes de tantos años ya deberían de entender que tienen que poner más carpas par a la banda insolada) ,pudieron con nuestros ánimos.
Como siempre, Coachella este año se caracterizó por la moda, pero a diferencia del año pasado (que se centró en lo hippie, las rayas y los colores vivos), los looks de este año estuvieron un poco más "trashy", basados en tonos grises, negro, palo de rosa, melón y alguno que otro amarillo fosforescente; mucho más urbano. La definición que más se le acerca a esta renovada tendencia Coachellera sería como una mezcla entre "Malibu Barbies" (bronceados californianos al por mayor) y la finísima Ke$ha (jajaja), sin vista al mar (aunque algunas personas sostuvieron que detrás de las palmeras había camastros y clamatos) y naturalmente, sin edificios.
Los penachos volvieron a ser un elemento recurrente en las cabezas varios de los asistentes, al igual que las headbands (la mayoría delgadas e improvisadas, lo que me hizo pensar en poner un puestito el año que viene y vender headbands PAAR) y los accesorios en el cuello (collares cortos, de cadenita dorada o plateada y amuletos). Además, me encontré con accesorios nuevamente en onda como las famosas y noventerísimas "donas para el pelo" o "scrunchies" (las cuales jamás pensé que regresarían después de FEY). Otra cosa que me fascinó este año fue ver tantas faldas de tubo pegadas y ombligueras ochenteras con toques tribales, que a la mayoría de las personas se les ven increíbles. Además, vi a muchos hombres con looks bastante producidos, mucho más clavados que el año pasado.
Hablando sobre música: creo que mi show favorito fue Imogen Heap. Tenía muchísimas ganas de verla, es una de mis cantantes favoritas desde hace mucho tiempo y poder escuchar su música en vivo fue providencial. Es una verdadera genio, hace absolutamente todo sola: sintetizadores, batería, guitarra, piano, canta al mismo tiempo, campanitas y miles de instrumentos. Además, es torpe y nerviosa y empezó el concierto con una actitud geeky increíble que intrigó al público... Además escuché a Muse (se llevó el festival en mi opinión), Passion Pit, Gossip, 2ManyDjs, Gorillaz, Thom Yorke, Phoenix, The Temper Trap, The XX, Local Natives, Aeroplane, Little Boots y Florence and the Machine... En fin, aquí les dejo una breve reseña fotográfica de mi Coachella 2010...






































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